Durante muchos años he sentido dolor en todo mi cuerpo, a veces en mayor intensidad y hay otras que es tan leve que sólo me doy cuenta si pienso en ello. Cuando era niña me lesioné la muñeca y luego de adulta me lesioné el hombro, y ahora unos años después aún me siguen doliendo, los médicos me han dicho que estructuralmente todo está bien y que no debería sentir dolor.
Como profesional de la salud que soy no podía entender esto, todo tenía que tener una razón, una solución física que me pudiera quitar todo el dolor.
Hace un par de años tuve la oportunidad de especializarme en el tratamiento del dolor, y durante todo ese año explicaban cómo el dolor crónico se procesa de manera diferente en el cerebro. Que no precisaba tener una lesión, si no que el sistema de procesamiento del dolor tiene un “error” por lo que, aunque desaparezca la lesión e incluso que nunca haya existido, el dolor aún se siente.
Pero… ¿Cómo puede suceder esto? Pues es porque el dolor está en nuestra mente y con esto no me refiero a que nos lo inventamos, sino a que nuestro cerebro es el que se encarga que interpretar el dolor, sin su señal no sentiríamos nada, él le da al dolor sus características, su intensidad, su localización, la manera en que lo sentimos (nos arde, nos duele, nos pincha, etc.).
Factores externos para sentir dolor
Después de saber todo esto, mi próxima pregunta fue: ¿por qué unas veces es más intenso y otras menos? Esto resulta ser contestado por todo lo que rodea al dolor crónico. Lo que nos afecta en nuestra vida personal, como por ejemplo la fatiga que nos da, la falta de concentración o el estrés. Éste último no es sólo el generado por el dolor propiamente, sino que tenemos que lidiar día a día con él y es uno de los mayores precursores de la cronificación y el aumento de la sensación dolorosa.
Además de lo que pasa en nuestro interior, juega un papel importante nuestro entorno. Nuestra alimentación, la actividad física que realizamos, si descansamos o no descansamos lo suficiente, en definitiva, un sinfín de situaciones que alteran nuestro organismo y nos generan más dolor.
Cuando pasamos por una situación de dolor crónico, sea cuál sea, y peor aún cuando éste es generalizado y se mueve de un lado a otro, no nos apetece hacer nada y queremos que alguien nos dé una solución inmediata para que el dolor desaparezca, pero la realidad es muy diferente y los que tenemos que comenzar poco a poco a hacer cambios somos nosotros mismos.
Sé que, implementando cambios específicos en nuestra vida, como mejorar nuestra alimentación, buscando herramientas para lidiar con el estrés, teniendo una vida más activa, rodeándonos de personas que nos den motivación y haciendo actividades que nos den felicidad, podemos encontrar un balance y hacer paces con nuestro dolor. No te puedo decir que se vaya a eliminar rápidamente o que no sea un proceso difícil, pero sé que con el apoyo adecuado podemos disfrutar un poco más y vivir esta vida de la mejor manera.
Testimonio anónimo.
Si te sientes identificado con este testimonio y quieres encontrar herramientas para poder sentirte mejor, contáctanos que nuestro equipo de profesionales de la Unidad de Dolor de OnelifeCenter está dispuesto a ayudarte.