Los programas de formación de los profesionales de la salud en el dolor desarrollan un gran número de habilidades y competencias. Es la nueva manera de describir que sabemos de nuestra profesión y que somos capaces de hacer. El desglose detallado de cada una de ellas desmenuza el cuerpo y su funcionamiento hasta límites insospechados. El aspirante será capaz de aquello, será competente para lo otro. Es un ejercicio de precisión se descubren los elementos necesarios para un ejercicio profesional.
De estos conocimientos y habilidades, de los primeros, son aquellos que permiten la evaluación de salud de los pacientes, la historia clínica, con su filiación, con sus antecedentes, alergias, con su enfermedad actual, patología concomitante, etc. Su exploración clínica y sus pruebas diagnósticas complementarias, juicio clínico, tratamiento (perdón si ha sido tediosa la enumeración, hablar de la historia clínica siempre es relevante y la tendencia natural es ir en seguida a la resonancia magnética y el diablo está en los detalles).
Casi siempre en la parte de exploración y en una esquina están las constantes vitales como en el verso de Bécquer
“…de su dueño tal vez olvidadas,
Silenciosas y cubiertas de polvo
veíanse……..”
las constantes vitales.
La respiración, la tensión arterial, la frecuencia del pulso y la temperatura, cada una de ellas nos aporta información esencial acerca del funcionamiento general de nuestro paciente, de su sistema circulatorio, respiratorio y de la capacidad de mantener los sistemas metabólicos internos en marcha (pues necesitan unas condiciones de temperatura muy estrechas)
El dolor, si existe o no, se ha pretendido introducir como quinta constante por varias razones.
El dolor, es la primera causa de visita a los profesionales de la salud. La aparición de dolor la interpretamos como una alarma y, por tanto, nos hace recabar la opinión de un experto para descartar precozmente cuadros que pueden ser severos o irreversibles. Preguntar si hay dolor supondría confirmar o descartar de una forma simple de agilizar su atención. Además, permitiría focalizar el origen o localización del cuadro y por tanto facilitar el diagnostico.
Permitiría también, en muchos casos iniciar el tratamiento de forma precoz, evitando la demora que se produce en algunos servicios, que no inician el tratamiento hasta la obtención de toda la información. Esto es relevante en pacientes que padecen dolor de intensidad importante y que acuden por el o también si acuden por otros cuadros y no disponen de su tratamiento habitual y necesitan este tratamiento de forma permanente.
Pero creo que también serviría para confirmar de una forma rotunda la primera afirmación que hemos hecho, que el dolor es tan frecuente como primer síntoma y como síntoma acompañante, que pondría en la primera página de la atención a todos aquellos que reciben una atención insuficiente por falta de recursos o de conciencia social.
Damos por sentado que el dolor es normal, y damos por sentado que hay que aguantarse con el que a cada uno le toca. Si la humanidad se hubiera conformado no habría salido de África a conquistar todos los continentes, no habría cultivado la tierra, o criado animales, no habría inventado, el fuego, la rueda, la máquina de vapor o los satélites de comunicaciones.
En la era de internet, se pude dar otra respuesta a estos problemas buscando soluciones inteligentes, pero para ello tenemos que ser conscientes de la existencia real del problema, habrá que tirar de la manta que está tapando patologías y circunstancias que se desbordan por los cuatro costados y para ello que mejor que registrar en todas nuestras historias esa quinta constante.
Otra cosa, es que el dolor, la temperatura, la tensión y las demás sean constantes a lo largo del día o de la vida de las personas, entraremos en este debate en otro momento.
Alfonso Vidal
Unidad de Tratamiento del Dolor