3.- COVID y obesidad – La comida como ansiolítico
En este tiempo de confinamiento hemos comprobado que la comida ha servido y sirve de consuelo cuando lo pasamos mal.
Es un hecho que comer genera placer y sensación de recompensa, lo que nos viene muy bien cuando atravesamos situaciones que nos estresan de alguna manera.
Disfrutar comiendo es un instinto de supervivencia, porque si no en tiempos pasados ante la escasez de alimentos no habríamos sobrevivido.
Sin embargo, hoy en día, ese criterio ya no es válido ya que tenemos una elevada disponibilidad de alimentos, especialmente de elevado nivel calórico.
Por eso el placer de comer no nos ayuda a sobrevivir pero sí nos puede hacer caer en un consumo excesivo de calorías que nos lleve a enfermar más fácilmente o a enfermar peor.
¿Qué podemos hacer?
Redirigir ese placer hacia alimentos y platos saludables, porque si disfrutar de lo que comemos es un instinto básico, es muy difícil o casi imposible luchar contra él. Tenemos que ponerlo de nuestra parte.
Instintivamente nos gusta lo más graso, dulce y calórico y el problema es que nadie nos enseña que eso se puede cambiar, se puede educar para disfrutar igual con lo saludable, ligero y nutritivo.
En realidad, los circuitos del placer en el cerebro son modificables.
Podemos gozar comiendo una hamburguesa o una pieza de bollería, sin embargo, se puede llegar a tener la misma sensación comiendo un arroz con verduras o una brocheta de fruta bañada en crema de almendras. Es una cuestión de reeducación y de tiempo.
Hay a quienes no les atrae para nada lo primero y sí lo segundo, y no es por que tengan mucha voluntad, es por que sus circuitos del placer están reconectados y se activan con la comida saludable.
Lógicamente a todo esto hay que ponerle amor y cariño, preparando los platos de forma apetecible pues así estimulamos nuestros sentidos y aseguramos que el cambio sea sólido y duradero.
El instinto del placer de comer no desaparece y si un día no he disfrutado de lo que he comido, mi cerebro activará de forma muy intensa la búsqueda de esas sensaciones placenteras con la comida
¿A quién no le pasa que después de almorzar o cenar su cuerpo le pide algo de capricho? Pues es eso, necesitamos disfrutar, de todo en general, pero en especial de la comida.
Por eso este sobrepeso persistente tras el confinamiento sólo puede ser abordado eficazmente desde una perspectiva de cambio de hábitos, conservando siempre el placer de comer.
Lógicamente, sin olvidar combinarlo con ejercicio físico y un buen cuidado de la salud en general.
Es un buen momento para cambiar, para hacer las cosas distintas y obtener un resultado diferente. Olvidando las dietas y subiéndose al carro de una alimentación saludable y deliciosa para siempre, ¡porque tú nos importas!
Lee nuestra primera y segunda entrega de esta serie «COVID Y OBESIDAD PERSISTENTE» Un tándem peligroso e Importancia de la dieta
Dra. Laura Isabel Arranz
Farmacéutica y dietista-nutricionista