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DOLOR: EL PACIENTE QUE SABE DE SU DOLOR, TODO LO SABE

¿Qué esperamos del Traumatólogo, Cirujano, Fisioterapeuta, y otros profesionales de la salud en general, cuando acudimos a una consulta por dolor musculoesquelético recidivante de espalda, rodilla, hombro o cualquier otra zona de nuestro cuerpo, incluso dolor generalizado, con síntomas que se repiten una y otra vez? ¿Qué pensamos que hará que nuestra suerte cambie para siempre, podamos controlar el dolor y finalmente hacerlo desaparecer de nuestras vidas?

La idea tradicional, lo fácil, lo científica y culturalmente aceptado a lo largo de muchos años, y a lo que aún seguimos aferrándonos bajo nuestro propio riesgo, ha sido la concepción de: “cuando encuentre un médico que me prescriba la dosis adecuada y la medicación pertinente, o me infiltre; cuando un buen cirujano fije mis vértebras desgastadas y libere el espacio articular que tengo reducido, o extraiga mi hernia discal; cuando vaya a un fisioterapeuta que haga desaparecer mi lesión, me ajuste la tensión del ligamento, tendón, músculo… y mejore la alineación de mi columna y mi postura… Entonces, es cuando mis síntomas y mi fortuna empezarán a cambiar y mi dolor podrá llegar realmente a desaparecer”.

Las cosas solían ser así, tanto los profesionales de la salud como los pacientes creíamos que los beneficios clínicos obtenidos y observados a partir de las diferentes especialidades en el abordaje dolor musculoesquelético se debían a cambios locales en el tejido dañado, la recuperación de la movilidad articular completa, la consecución de una buena postura y/o la alineación de nuestros huesos y articulaciones. Y es que cuando hablamos de dolor agudo, esta concepción alcanza sentido y tiene éxito en la mayoría de los casos, optando por un tratamiento conservador específico; no obstante, en el Dolor Crónico como entidad todo cambia.

El último cuarto de siglo en relación al estudio profundo del dolor ha dado para muchos avances, y la nueva evidencia científica ha hecho que muchas de estas teorías y paradigmas en torno a los beneficios de las intervenciones dirigidas a su abordaje hayan quedado obsoletas e inválidas.

La gente siempre ha tenido dolor, esto ha sido una constante. Sin embargo, en los últimos 15 años, la prevalencia del mismo se ha más que duplicado.

¿En qué podemos estar fallando?  

1. Educación/concienciación/información:

Es cierto que cada vez hay una mayor y más amplia campaña de concienciación en relación al dolor y a la necesidad de su prevención y abordaje, pero ¿se ha hecho una buena concienciación? ¿Podría convertirse una campaña desacertada de conciencia y la transmisión de información desactualizada y/o incompleta en un arma de doble filo?

 La población general está cada vez más informada y dispone de mayor diversidad de medios y recursos en relación a las necesidades del autocuidado de su salud. No obstante, en cuanto al dolor se refiere, la educación recibida a lo largo de muchas generaciones se ha basado en un modelo puramente biomecánico, olvidando otras esferas de vital importancia que influyen en la aparición y mantenimiento de este problema considerado hoy día como entidad clínica primaria y no como síntoma. Entonces ¿El paciente cada vez sabe más o menos de Dolor?

 Durante todo este tiempo, hemos dejado en segundo plano la educación en torno a la influencia de la necesidad de controlar nuestras emociones, así como de la importancia que tienen sobre el Dolor las relaciones sociales, familiares, íntimas, sexuales… Es decir, nos hemos olvidado de la parte más humana del Dolor, de esa parte que sostiene el equilibrio tanto o más que las demás y en la que no necesitamos de profesionales altamente cualificados en habilidades mecánicas, técnicas y/o tecnológicas.

Concienciar en torno al dolor desde un modelo exclusivamente biomecánico ha sido un lastre cuyas consecuencias estemos viviendo hoy día y contra el que posiblemente tengamos que seguir luchando durante mucho tiempo.

Porque ahora el paciente es más consciente de que el dolor está ahí, de que no puede dejarlo pasar como si nada y de que siempre desde la prevención su control será más fructífero. Sin embargo, en la mayoría de los casos desconocerá los complejos procesos y mecanismos neurofisiológicos del dolor, la influencia de los aspectos no relacionados con el daño en los tejidos, y no sabrá cuál es la forma más validada y científica de abordarlo actualmente ¿Puede esto aumentar la magnificación, rumiación, indefensión, y en definitiva, catastrofización en torno al dolor? ¿Puede amplificar la influencia negativa que sobre el dolor tienen las creencias, cultura, experiencias previas, memoria, miedos y otros aspectos no biomecánicos?

Tenemos la necesidad y obligación de transmitir a nuestros pacientes información actualizada, científica y veraz. Hoy día sabemos que los nuevos descubrimientos científicos tardan en implementarse en la práctica clínica alrededor de 17 años, por lo que quizás sean los esfuerzos en investigación y divulgación los que deberían más que duplicarse para tratar de frenar y reducir ese importante incremento de las tasas de dolor crónico actuales.

2. Etiquetas/Falta de comunicación y competitividad interprofesional:

Entre el 40 y el 80% de las visitas médicas están relacionadas con el Dolor. Innumerables veces acuden a consulta pacientes que padecen dolor crónico con múltiples y diferentes diagnósticos o etiquetas realizadas por distintos especialistas no comunicados entre sí ¿Tienen en cuenta esas etiquetas, así como la falta de esfuerzos hacia la comunicación interprofesional, la ya mencionada parte más humana del dolor y que juega un papel tan importante en procesos dolorosos crónicos?

Frecuentemente existen grandes controversias y competitividad entre los distingos grupos profesionales y dentro del mismo grupo. Creemos fehacientemente en la necesidad trivial de establecer sinergias y relaciones interprofesionales basadas en la comunicación entre los diferentes ámbitos y especialidades. Somos conscientes que la información que reciba el paciente ha de ser homogénea y dirigida siempre en la misma dirección, además de estar basada en la más actualizada y rigurosa evidencia científica.

La ciencia nos dice hoy día que el dolor crónico tiene un carácter multidimensional y está basado en un modelo biopsicosocial, necesitando por tanto de un tratamiento multidisciplinar pero que reme siempre hacia el mismo destino. Este tratamiento ha de ser además totalmente individualizado, pues también sabemos que el dolor es experimentado en cada una de las personas de manera totalmente distinta.

Porque no hay otra forma, porque el paciente ha de sentirse respaldado, guiado, asesorado y, en definitiva, escuchado. Y es que esta es una de nuestras funciones y competencias más importantes que con tanto flujo de información y de avances socioculturales, científicos y tecnológicos ha caído al pozo del olvido.

En OnelifeCenter nos lanzamos al campo de batalla y nos comprometemos a enfrentarnos a esta falta de educación en dolor, comunicación interprofesional, humanización y respaldo. Porque es posible frenar el aumento, e incluso reducir esos elevados porcentajes de prevalencia de Dolor Crónico, y…

“Porque el paciente que sabe de su dolor, todo lo sabe”

Educación para el paciente

 Juan Montaño Ocaña

Fisioterapeuta, Experto en Terapia Manual

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