LA IMPORTANCIA DEL EJERCICIO EN LA FIBROMIALGIA
Comencemos con Ana María, paciente que sufre dolor crónico… ¿Qué pedirías?
A mí me gustaría ver durante una semana toda la gama de colores de la vida, tener una paleta como esas que tienen los pintores, con la que crean otros matices. Yo sueño con los colores que quisiera que compusieran mi paleta, uno sería: que no me doliese nada, otro color sería: no estar agotada, otro color sería: tener un descanso nocturno reparador, otro color sería: no tener el cuerpo envarado y rígido como un palo, otro color sería poder pensar con claridad… y si la vida me concediera esa paleta de colores, yo me encargaría de mezclarlos de tal manera que sacaría matices infinitos
Tantos como algún día tuvo mi vida.
Mi lienzo no fue siempre entre gris y negro, hubo un tiempo en el que había colores… o eso creo recordar
Apoyándonos en el contexto científico al que pertenecemos, cuando nos enfrentamos clínicamente a los pacientes que sufren esta sintomatología tenemos que dar respuesta a su propia expresión sobre la enfermedad, al igual que Ana María existen otros pacientes que nos revelan sus pensamientos de formas distintas, «me acostumbré a que el dolor fuese una constante en mi vida´´, «nadie me entiende´´, «si dudas de mí, te presto mi cuerpo´´, «me duelen hasta los abrazos´´… cada uno de ellos transmite una demanda diferente aunque nos lleve al mismo punto común, su dolor.
Esto confirma la necesidad de intervenir desde un punto de vista integrador que sea capaz de abordar cada caso de forma individual. Estamos obligados a ofrecer alternativas científicas que aporten mejoras en la modulación del dolor y el ejercicio ha demostrado ser también una estrategia terapéutica efectiva para ello.

El dolor crónico se define por la IASP como «una experiencia sensorial o emocional desagradable asociada a un daño real o potencial en un tejido, o descrito en términos de dicho daño.»1
De sobra son conocidos los múltiples mecanismos implicados en el dolor que incluye componentes tanto físicos como psicológicos, como ansiedad, movilidad reducida, alteraciones del sueño y del apetito y depresión. Estos síntomas están relacionados con una reducción demostrable de la calidad de vida de los pacientes y una limitación de su desempeño laboral y de la función social.
Como han expuesto diversos autores, el ejercicio tiene diversos impactos sobre nuestro organismo. En el cerebro, el ejercicio optimiza el procesamiento sensitivo, mejora la coordinación motora, el funcionamiento cognitivo y emocional, incluso es un tratamiento eficaz de la depresión. Es por esto que el ejercicio es uno de los pilares fundamentales del tratamiento del dolor crónico, ya que no solo mejora la patología causante del dolor, sino también los dolores secundarios a ésta.

El ejercicio aeróbico moderado (70% del consumo máximo de oxígeno) realizado de manera regular por al menos 30 minutos al día revierte la hipersensibilidad por aumento de los opioides endógenos, suprime el exceso de sustancia P y citoquinas en el ganglio de la raíz dorsal, activando las vías inhibitorias del dolor a nivel central y logrando modular la percepción del dolor. Es así como las personas que realizan actividad física de manera constante presentan aumento del umbral del dolor y mayor tolerancia a éste.
El dolor y el movimiento están gobernados por el cerebro. El cerebro prepara y evalúa lo que el individuo quiere hacer y aplica los programas que considera más adecuados desde su perspectiva. Puede que el individuo quiera levantarse y caminar, correr o bailar. Esas acciones serán evaluadas y si la evaluación concluye que lo pretendido por el individuo es inconveniente, el cerebro activará programas motores defensivos, cansancio y desánimo. Por tanto, dejemos de cuestionar si nos mienten o exageran, cuando nos hablan de la falta de energía, de un quiero pero no puedo, hay que comprender, no dudar, porque así lo explica la neurofisiología.
Si bien el ejercicio induce analgesia endógena, algunos pacientes con dolor crónico, especialmente pacientes con fibromialgia, tienen una disfunción en el sistema de respuesta al estrés debido a una alteración del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal6, por lo que el ejercicio puede aumentar el dolor y la fatiga en las primeras ocho semanas.
El síndrome de Fibromialgia es una condición de dolor crónico. En la actualidad no se conoce la etiología ni los mecanismos patogénicos precisos que actúan en ella, no obstante, las evidencias apuntan hacia un modelo integrador que comprendería diversas teorías entre las que destacaría una base genética, una disfunción del sistema nervioso autónomo o alteraciones en el procesamiento del dolor a nivel central y en las que diversos mecanismos adicionales podrían estar envueltos.
Además de las recomendaciones previas del trabajo aeróbico, los ejercicios de resistencia muscular de intensidad moderada a alta mejoran la función multidimensional, el dolor, la sensibilidad y la fuerza muscular en las mujeres con fibromialgia. Se sugiere realizarlos al menos 2 veces a la semana, intercalando distintos grupos musculares. Se recomienda no entrenar el mismo grupo muscular
2 días seguidos y se prefiere no ejercitar aquellos grupos que presenten más puntos dolorosos. Se deben evitar los ejercicios isométricos y excéntricos que pueden agravar las mialgias y provocar microtrauma muscular8, que incluso pueden aumentar la hipersensibilidad a nivel central.
Los pacientes con FM que se mantienen físicamente activos conservan mejor su capacidad para modular el dolor en comparación con los menos activos. La intervención del ejercicio debe abordar los problemas biomecánicos y funcionales, pero debe hacerlo en el contexto de las condiciones biopsicosociales que pueden dificultar la adherencia al ejercicio.
En nuestro día a día, lo más difícil es ayudar a los pacientes con fibromialgia a que se aproximen al ejercicio con expectativas realistas de sus beneficios y dificultades. La adherencia del paciente al ejercicio va a depender de su motivación, por lo que es importante educarlo sobre la relevancia y los efectos del mismo, enfatizando en que es uno de los pilares más importantes no farmacológicos del tratamiento para el dolor crónico pero como cualquier otro medicamento, se debe prescribir de manera adecuada e individualizada.
Alexandra Alonso Sal
Fisioterapeuta y Licenciada en Actividad Física y Deporte en OnelifeCenter
Miembro del Grupo de investigación “Dolor musculoesqueletico y Control Motor UEM”