Evaluación del dolor
El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable relacionada con una lesión real o potencial o que se des cribe en los términos de dicha lesión.
Cuando utilizamos esta definición académica muchas veces no somos conscientes de la verdadera dimensión de sus términos. El dolor no es una percepción, eso sería pura nocicepción, se limitaría al registro de un estimulo desagradable (muchas percepciones como olores, sabores, sonidos… son desagradables y no los definiríamos como dolor), al menos no es una percepción simple. El dolor, tiene además un componente cognitivo-discriminativo que nos permite definir el tipo de estimulo, esta es la razón por la que distinguimos el paso del cuchillo por nuestro dedo de la puerta que se cierra sobre él, nos ayuda a integrar y relacionar el estimulo y su intensidad (el agradable calor de la lumbre cuando hace frio en el exterior, y la sensación de quemadura si acercamos la mano demasiado, que además relacionamos con nuestra experiencia anterior con ese, u otro estimulo).
Sin embargo, el hecho verdaderamente diferencial del dolor es la elaboración emotiva, es la que hace que los corredores de fondo no paren a pesar del sufrimiento, la que nos mantiene agarrados “del clavo ardiendo” para evitar caer al vacío, la que anima a las mujeres a seguir empujando en los partos a pesar de que lo que notan es progresivamente mayor durante el parto.
El dolor supone una elaboración, relacionada con nuestra experiencia y con nuestras expectativas que convierte y modula la mera percepción. Más aun cuando el dolor se perpetua en el tiempo. Si una percepción aislada puede acarrear múltiples elaboraciones, una percepción mantenida añade la continuidad como variable principal a la ecuación.
Por todo lo anterior, la evaluación del dolor es un proceso complejo que depende desde luego del paciente, de su experiencia, de su cultura, de su expresividad, pero también de la del terapeuta que debe calibrar el mensaje y catalogarlo.
Afortunada o desgraciadamente, nuestras experiencias y estrategias de comunicación son múltiples y no siempre extrapolables.
La evaluación mediante escalas cualitativas unidimensionales es un primer intento de medida (leve, moderado, severo) aunque sujeta a sesgo que a veces puede alterar el diagnostico.
Sin duda la EVA es la escala más empleada un segmento sin marcas excepto en sus extremos, desde la ausencia de dolor al dolor mayor imaginable
Es la más empleada y mejor entendida, no necesita de interrogatorio complejo y se puede extrapolar a otra numérica de forma automática permitiendo su cuantificación y análisis estadístico.
A veces, especialmente con niños o personas con dificultades en la comprensión verbal, se emplean escalas visuales con imágenes de caras con diferentes expresiones de sufrimiento.

Estas escalas se han ido implementando con procedimientos más complejos que evalúen aspectos como la discapacidad, el descanso nocturno, la calidad del dolor,…uno de los más extendidos es el de Mcgill

Con todo, la evaluación se circunscribe a la presencia o ausencia de dolor y sus características.
Actualmente no hablamos de salud como contraposición a la enfermedad sino de calidad de vida, que engloba muchos otros aspectos emocionales, sociales, laborales que complementan y explican mejor el estado de nuestros pacientes.
De entre ellos El SF36, o el SF12 más abreviado o el WHOQOL son los más empleados.
Algunos tipos de dolor como el dolor neuropático precisan una caracterización distinta que ha obligado al desarrollo de interrogatorios específicos como el DN4 o la escala LANSS.
La búsqueda de la evaluación del dolor ha encontrado, por fin, un método de evaluación objetiva la resonancia nuclear magnética cerebral funcional (RNMf). En ella podemos ver activos los circuitos nerviosos relacionados con el dolor en tiempo real, lo que permite asegurar que a esos pacientes les duele en el momento de la toma de las imágenes.

Desgraciadamente las imágenes captan las áreas activas si existe dolor pero no nos dice si este es leve, moderado o grave, el camino hacia una evaluación objetiva sigue siendo aun largo.
Como otros absolutos del ser humano ( el amor, la belleza, la honestidad, el pundonor,…) el dolor sigue siendo una incógnita, nuestra primera obligación como terapeutas es formarnos para entender a nuestros pacientes, aprender de ellos, y también enseñarles como pueden definir mejor lo que les pasa y así mejorar su diagnostico
Dr. Alfonso Vidal
Jefe de la Unidad de Dolor Hospital Sur Alcorcón.
Médico en OnelifeCenter, centro multidisciplinar en prevención y tratamiento del dolor