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El dolor propio y el ajeno

El dolor es una experiencia compleja, mediada por receptores neuronales y modulada a varios niveles hasta hacerse consciente e integrarse como algo más que una simple percepción. El dolor es una cualidad humana que se distingue de la simple nocicepción en esa elaboración intelectual y afectiva.

El dolor, como tal experiencia, puede explicarse de muy diferente manera según la posición del que la expresa. No es lo mismo ser un observador externo que el propio doliente, y este papel puede cambiar y, de hecho lo hace, por el capricho del destino.

Para ilustrar esta diferencia tomaremos el ejemplo de C. S. Lewis (Clive Staple Lewis) escritor británico nacido en Belfast, Irlanda del Norte en 1898, escritor y ensayista, profesor de Universidad. A la edad de 15 años decidió abandonar la fe cristiana de su infancia y decidió interesarse por la mitología y el ocultismo. Todos sus escritos posteriores rezuman un cierto resentimiento hacia la figura de Dios, que finalmente volverá a aparecer en su vida por la mas que notable influencia de algunos amigos como JRR Tolkien , George Macdonald y GK Chesterton recondujeron sus creencias al cristianismo.

En este momento de su vida, redactó su libro “El problema del Dolor (1940)” una reflexión notable desde la óptica cristiana de la justificación del dolor, del sufrimiento como un elemento de consolidación de la fe. Un elemento más de la vivencia religiosa.

Su estilo directo y vibrante, hace amena la lectura en la que desgrana los aspectos del dolor y su relación con la bondad divina.

En 1952, conoce a la poetisa norteamericana Helen Joy Davidson Gresham, que tenía una gran admiración por el escritor y su obra. De su encuentro personal surgió un amor que trastoco completamente la vida  de un solterón empedernido.

Esta historia se trunca al diagnosticarle un cáncer óseo que le costó la vida a la poetisa después de varios años en 1960. Durante ese tiempo acudió a médicos y también a hombres de fe para tratar de reconducir el destino.

En 1961, escribió “Una pena en observación” una nueva reflexión sobre el dolor. Esta vez, su propio dolor. De nuevo se enfrenta el sentido del sufrimiento y el papel de Dios y su aparente indiferencia frente a este sufrimiento. De este libro surgió una excelente adaptación cinematográfica “Tierras de penumbra”.

Si revisamos ambos escritos los temas de controversia son semejantes pero las reflexiones son bien distintas. Cuando estudiamos el dolor como proceso fisiológico, medico, clínico, incluso sociológico o filosófico nos surgen una serie de reflexiones que no son las mismas que cuando nos afecta en la personal, en lo más intimo como pacientes potenciales o reales que somos.

El dolor no es selectivo, no respeta profesiones, estatus, razas o religiones. A veces una experiencia enseña más de medicina que un tratado completo de Patología.

Aprendamos a ponernos en el lugar del otro para entender su sufrimiento y conseguiremos un diagnostico más certero y un tratamiento más adecuado a las peculiaridades de nuestros pacientes.

Dr. Alfonso Vidal

Jefe de la Unidad de dolor Hospital Sur

Medico en OnelifeCenter, Centro Multidisciplinar en la Prevención y Tratamiento del Dolor

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