«El Dolor habla por sí solo, y el Ejercicio es una humilde manera de provocar un considerable Silencio»
El músculo esquelético representa el mayor órgano del cuerpo humano y por tanto, tiene la capacidad de intervenir en numerosos episodios de dolor que atormentan a nuestros pacientes. Hasta hace pocos años, DOLOR y EJERCICIO FÍSICO, eran términos incompatibles, incapaces de coordinarse con un único objetivo, la curación. Por suerte, las actuales líneas de investigación apoyan las intervenciones con ejercicio para alcanzar el fin que todo profesional sanitario desea, aportar calidad de vida en sus pacientes paliando su intensidad de dolor.
El dolor musculoesquelético es en sí mismo una paradoja, el efecto se vuelve causa y la causa efecto. Todos los seres humanos tenemos un aparato locomotor real, apoyado en un sistema innato que funciona en base a la genética programada, y otro adquirido, diseñado en base a las experiencias de vida, imaginado, y este es muchas veces el que marca los patrones motores erróneos de nuestras acciones. Desde el cuidado del esquema corporal, podemos conseguir la recuperación de las actividades perdidas por la convicción de residir en un cuerpo enfermo y degenerado.
Por otro lado, si el cerebro tiene representado nuestro cuerpo tanto por las sensaciones que le llegan como por el movimiento que se produce (Homúnculo de Penfield), es fácil comprender que si no nos movemos nos deja de percibir y por tanto de programar el movimiento. Autores como Booth, denotan como el genoma del ser humano no encuentra una expresión adecuada en un ambiente ausente de una intensa actividad física. Si es ampliamente aceptado que la pérdida de función silencia genes, la inactividad tendría un efecto similar, alterando la expresión normal del gen, aumentando la predisposición a la enfermedad.
En este interesante trabajo de Pedersen & Saltin (2006), ya podemos observar el valor potencial del ejercicio físico en la prevención de un gran número de patologías, para evitar la sintomatología y la cronicidad.
¿Pero por qué hablamos del analgésico del siglo XXI? ¿Qué efectos puede tener el ejercicio físico en aquellos pacientes con dolor musculoesquelético? ¿Por qué sería interesante incluirlo en nuestras valoraciones y tratamientos?
La ciencia de la salud tiene la respuesta, el ejercicio es un interesante modulador del dolor actuando sobre diferentes procesos fisiológicos que activan procesos analgésicos, como la liberación de opioides endógenos, de factores y hormonas de crecimiento, los efectos producidos por las catecolaminas y los glucocorticoides y la existencia de diferentes señales somáticas postejercicio que desvían la atención de estímulos dolorosos.
Estos procesos se activan de diferente manera según los pacientes y la sensibilización central que posean o no, por ejemplo, en pacientes con osteoartrosis lo mejor para aumentar la analgesia endógena son las contracciones musculares analíticas, para la fibromialgia lo mejor es realizar ejercicios de músculos no dolorosos, y los ejercicios específicos locales de cuello y hombro, son óptimos para las cefaleas tensionales. Por otro lado concluyen que, el ejercicio aeróbico al 70% del VO2 max, se recomienda para aquellos pacientes con dolor crónico generalizado, más que el trabajo excéntrico o isométrico, ya que estas opciones tienden a aumentar la hiperexcitabilidad del sistema nervioso central generando interferencias en el sistema inhibitorio descendente del dolor.
Por tanto, cada cerebro es un mundo junto con la persona que lo complementa y no podemos llegar a él diciéndole directamente: « tienes que moverte´´, «da igual lo que sientas´´, «olvida el dolor´´. Sino que tenemos que trabajar desde y con la persona cuyo organismo está gobernado por un cerebro equivocado, transmitiendo desde el convencimiento la necesidad de superarse día tras día, ganando espacio a ese dolor.
Teniendo en cuenta las alteraciones en los procesos de analgesia endógena encontrados en pacientes con dolor crónico (latigazo cervical, fibromialgia, capusilitis retráctil, dolor lumbar…) y la eficacia de los efectos beneficiosos de los programas de ejercicio programados de forma individual y progresiva, parece evidente sugerir el ejercicio físico como medicamento correctamente prescrito, ya que puede presentar resultados igualmente eficaces.
«El Dolor habla por sí solo, y el Ejercicio es una humilde manera de provocar un considerable Silencio»
Alexandra Alonso Sal
Fisioterapeuta y Licenciada en Actividad Física y Deporte en OnelifeCenter
Miembro del Grupo de investigación “Dolor musculoesqueletico y Control Motor UEM”